Antagonismo de clase y misoginia en original versión de La Señorita Julia
Antagonismo de clase y misoginia en original versión de La Señorita Julia
Con dirección de Cristina Banegas y protagonizada por Belén Blanco, se presenta la tragedia naturalista de August Strindberg, en el Centro Cultural de la Cooperación, hasta el 28 de agosto.
En una coproducción argentino-uruguaya, se presenta La Señorita Julia, un clásico de la dramaturgia mundial, esta vez, basada en la adaptación que Alberto Ure y José Tcherkaski hicieron en los años ‘70. Además de Belén Blanco en el papel protagónico –en una destacada labor actoral con altísima exigencia física-, el elenco lo completan Diego Echegoyen y Susana Brussa, con acertadas interpretaciones del mayordomo y la cocinera. La producción general es de Fernando Madedo y Nacho Fumero.
Una tragedia naturalista
Escrita en 1888 por el sueco August Strindberg, la obra rompe con las estrictas definiciones del estilo naturalista, para convertirse en lo que el mismo autor denominó “una tragedia naturalista”, algo aparentemente contradictorio para los cánones de la dramaturgia. En La Señorita Julia están presentes los sujetos dominados por sus instintos y pasiones, como por las determinaciones sociales; también, como en toda obra naturalista, se retrata a aquellos sectores sociales que no aparecían en escena anteriormente, como el proletariado, las clases bajas, la pequeñoburguesía. Sin embargo, aunque esas características la encuadran en el naturalismo, el agonismo entre la aristocrática Julia y Juan, el mayordomo, desenvolviéndose en una dialéctica que inevitablemente conduce a un fatal desenlace, la inscribe entre las tragedias clásicas.
Julia es hija de un conde y una pequeñoburguesa que la educó “para que pensara y actuara como un hombre”. Desprejuiciada y dueña de una fuerte personalidad, se inmiscuye en la fiesta de los criados y trabajadores de la noche de San Juan. En la cocina, se encuentra con Juan –el mayordomo que aspira a convertirse en burgués- a quien seduce, incluso delante de su prometida, la cocinera Nathalia, servicial y creyente.
Opresor y oprimido son los dos polos de un vínculo de atracción y repulsión, por los que transitan los personajes, alternativamente.
El abuso de poder y la manipulación psicológica son abordados desde la relación entre las clases sociales, como también entre los géneros. Opresor y oprimido son los dos polos de un vínculo de atracción y repulsión, por los que transitan los personajes, alternativamente. El desdén aristocrático de Julia que desprecia al rústico mayordomo, rápidamente se transforma en sumisión, ante el dominio, la brutalidad y la misoginia que Juan muestra por la hija de su patrón.
El machismo en sus crudas e invisibles expresiones, la humillación, la desesperación o la resignación a aceptar la vida tal cual se presenta; la vulgaridad e inmoralidad que se esconden detrás de las apariencias de la aristocracia en decadencia; la escapatoria como recurso para el ascenso social del mayordomo o para la preservación del escarnio de Julia en su círculo social, convierten a esta oscura obra naturalista en una tragedia rica por su agudeza, violenta por las miserias que expone, e ilustrativa de las complejas vinculaciones sociales y sexuales que se establecen entre clases y géneros. Y como componente lógico, el suicidio aparece como un fantasma que sobrevuela el estado de agonía, donde no es la transformación de las condiciones de existencia lo que permite resolver las contradicciones de la vida, sino la desesperación y la impotencia.
A propósito de La Señorita de Julia, el propio Strindberg escribió: “He roto con la tradición de presentar a los personajes como catequistas que con preguntas estúpidas provocan la réplica brillante. […] Para ello, he hecho que las mentes trabajen de un modo irregular, tal y como ocurre en la realidad, donde en una conversación nunca se agota el tema, donde un cerebro trabaja como una rueda dentada en la que el otro se engrana a la buena de Dios. Por eso el diálogo anda sin rumbo. He proveído, en las primeras escenas, de abundante material que en el desarrollo se elabora, se trabaja, se repite, se amplía lo mismo que el tema de una composición musical.»
El autor
August Strindberg, naciió en 1849 en Estocolmo (Suecia), escribió ensayos literarios y teatrales, como también artículos periodísticos y polémicas que tuvieron importante repercusión, obligándolo al exilio. Sus obras introdujeron un nuevo estilo narrativo: naturalistas durante una primera etapa, de finales del siglo XIX y expresionistas, posteriormente, iniciando el siglo XX, rompió con la tradición romántica del teatro sueco. El conjunto de su obra se caracteriza por un fuerte cuestionamiento social y de crítica a las diversas formas de dominio, en una época signada por el ascenso de la burguesía con sus nuevos valores morales, la decadencia de la aristocracia y los últimos resabios de esa sociedad feudal, con el telón de fondo de la primera gran conflagración político-militar entre las potencias capitalistas.
El conjunto de su obra se caracteriza por un fuerte cuestionamiento social y de crítica a las diversas formas de dominio.
Hijo de un comerciante y una trabajadora doméstica, que era empleada y amante de su padre, la infancia de August Strindberg está atravesada por esa relación entre amo y criada, el autoritarismo paterno y la religiosidad materna, como también por el desprecio de sus compañeros de una escuela de élite. Se casa en tres ocasiones y sus matrimonios terminan drásticamente. En 1884 publica Casados, donde ataca al matrimonio burgués y defiende los derechos de las mujeres, valiéndole el repudio de las clases dominantes que le inician juicio, aunque recibe el respaldo de los sectores populares. Luego, sintiéndose acosado y perseguido, publica una segunda parte de esta obra, en la que gira hacia un marcado antifeminismo.
Durante la mayor parte de su vida, desarrolló una personalidad esquizofrénica, con delirios persecutorios, sintiéndose particularmente atacado por el movimiento feminista, lo que lo llevó a desplegar una acentuada misoginia que se trasladó a sus obras. Murió el 14 de mayo de 1912, enfermo de cáncer. Más de 50 mil personas, especialmente de los sectores populares, acudieron a su entierro.
Muy recomendable
A diferencia de la versión dirigida por Ure en los años ’70, donde el conflicto de clase ocupaba el papel central, bajo la mirada de Cristina Banegas –y en una época donde la cuestión de género adquiere otras dimensiones-, ambos antagonismos tienen relevancia y se entrecruzan permanentemente.
El texto, profuso e ininterrumpido, se desenvuelve simultáneamente con la destreza física que se despliega en una expresividad casi coreográfica.
El texto, profuso e ininterrumpido, se desenvuelve simultáneamente con la destreza física que se despliega en una expresividad casi coreográfica. Con acercamientos provocados por el deseo –esa fuerza que actúa más allá de la voluntad de los protagonistas- y distanciamientos obligados por las diferencias sociales y los destinos irreconciliables a los que están predestinados, Belén Blanco y Diego Echegoyen prácticamente danzan, con sutiles matices o marcados contrastes, este texto de Strindberg, hasta su extenuante final.
La Señorita Julia puede verse sábados y domingos a las 20:00 horas, hasta el 28 de agosto, en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, Avenida Corrientes 1543, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Fuente: La Izquierda diario