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Un clásico argentino en el Festival de Cannes

Cannes Classics, donde todas las obras son maestras. Allí se proyectó el fin de semana Rosaura a las diez

Por Fernando E. Juan Lima

Desde Cannes

 

Especial para BAE Negocios

Cuando todos los focos parecen posarse en la alfombra roja, en las estrellas que la caminan y la discusión y el debate se traban en torno a la calidad de las premieres mundiales que pueblan las distintas secciones del Festival Internacional de Cine de Cannes, hay otra sección que no deja de crecer. En ella sí que no hay temor a equivocarse, pues casi todas las películas programadas son obras maestras, hitos de la historia del cine. La sección en cuestión es Cannes Classics, conformada por copias restauradas y/o digitalizada, en excelente calidad (usualmente 4K) de esas enormes películas.

Contra lo que podría indicar el prejuicio, las proyecciones no solo están pobladas por mayores nostálgicos. Es cada vez más numeroso el público muy joven que comprende que la novedad no es un valor en sí mismo y descubre que mucho de lo que le parece vanguardista en el presente ya había sido hecho antes (y mejor) hace mucho tiempo. Muestra de ello es lo que sucede en Bologna, cuya cinemateca es “El” lugar en el mundo para la conservación, preservación y restauración de películas. Y también para verlas, ya que ha abierto el año pasado una nueva sala (que se suma a las 2 que ya tenían y al habitual espacio al aire libre en la Piazza Grande de la ciudad), el Modernissimo, que es el cine que más entradas vendió el último año en toda Italia, programando sólo películas de archivo.

En Cannes Classics este año pueden verse joyas absolutas como las casi 4 de las 7 horas del Napoleón, de Abel Gance (película de 1927 y apertura de la sección), Gilda, de Charles Vidor, Los paraguas de Cherburgo, de Jaques Demy, el documental Law and order, de Frederik Wiseman, El ejército de las sombras de Jean-Pierre Melville o Los siete samuráis, de Akira Kurosawa.

Es en ese marco que el sábado, con el público colmando la sala a la que de manera muy pertinente se le ha dado el nombre de Buñuel, se proyectó la inoxidable Rosaura a las diez, de Mario Soficci. Figura fundamental de nuestro cine, Soficci comenzó cuando se iniciaba el sonoro en Argentina, realizó películas fundamentales de nuestra historia (Prisioneros de la tierra, recientemente restaurada por el Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires) y culminó produciendo películas inolvidables del pequeño interregno sin censura antes de la última dictadura de nuestro país (Quebracho, La Raulito, La tregua y La Patagonia rebelde). Rosaura a las diez, de 1958, fue presentada en el Festival de Cannes y es una película que prefigura el moderno cine argentino que comenzará en la década del 60 del siglo pasado.

Basada en la novela homónima de Marco Denevi, la película se construye a partir de flashbacks y saltos temporales y si bien mantiene el costumbrismo propio de la época (en el elenco encontramos a Susana Campos y María Luisa Robledo, por ejemplo) el protagónico de Juan Verdaguer discurre por un tono absolutamente disruptivo en ese momento. La copia en 4 K se realizó tomando como base los negativos afortunadamente conservados por Argentina Sono Film.

El cine argentino tiene un lugar bien ganado en el mundo. Desde hace mucho tiempo. En momentos de zozobra ver el lugar que se le da en uno de los festivales más importantes del mundo da cuenta de que, contra viento y marea, así seguirá siendo.

*Fuente: BAE Negocios